jueves, 14 de junio de 2012

Los 132, la tv y la educación

Manuel Pérez Rocha

Diario: La Jornada

Los jóvenes militantes del movimiento 132 han apuntado con tino. Televisa, patrocinadora del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, es un conjunto de muy poderosos intereses económicos y políticos opuestos a la democratización del país. Es necesario recordar que constituye un oligopolio tan poderoso que, como sabemos, su director y accionista principal puede comprarse, para pasear ocasionalmente, un yate de 2 mil 600 millones de pesos (equivalentes al costo de las casas para más de 20 mil personas; y no es, por supuesto, su único lujo). Por otra parte, sus aliados y testaferros, lo que se ha denominado la telebancada”, forman parte importante del Congreso de la Unión. De esta manera, y con la complicidad y debilidad de otros actores, ha logrado imponer leyes que están a su servicio y hace crecer cada vez más su poder.

Tanto en su destructiva programación televisiva, y en sus demás “productos”, como en su actuación política, se materializa el miserable concepto que tiene del pueblo mexicano y que fue expresado hace años por Emilio Azcárraga Milmo: “Yo hago televisión para jodidos, porque México es un país de jodidos que no pasarán de ser jodidos”. Este mismo señor declaró ufano que Televisa era, y evidentemente sigue siendo, “un soldado del PRI”. En realidad, esta empresa, sus adláteres y el PRI son una misma cosa. Algo que escapa a muchos analistas es que el PRI no es un partido político, desde ninguna concepción teórica, sino un poderoso y pragmático bloque de intereses y complicidades para el cual la política es un mero instrumento.

La afirmación de que la televisión que padecemos tiene efectos destructivos no es gratuita. Durante décadas, especialistas en la materia han realizado un extenso trabajo de investigación que tiene conclusiones determinantes: Raúl Cremoux, Pablo Latapí, Fátima Fernández, Sarah García Silberman, Francisco Prieto, Raúl Trejo, Florence Toussaint y otros han mostrado cómo la televisión comercial mexicana deseduca, difunde antivalores y corrompe la vida ciudadana y la política. Juicios semejantes han expresado intelectuales en otros países donde la televisión tiene esos mismos poderes y efectos. Baste recordar las graves advertencias de Karl Popper, pensador insospechable de inclinaciones izquierdistas, o de Giovanni Sartori.

Sergio Sarmiento, un “teórico” de Tv Azteca, aliada y socia de Televisa (falso que sea la “competencia”), ha argumentado que producen lo que los mexicanos demandan y que eso es democracia. Hipócritamente confunden democracia, mercado y rating y ocultan que son ellos quienes generan esa demanda mediante técnicas publicitarias de costos millonarios y carentes de la mínima ética.

A la funesta tarea destructiva y corruptora de sus productos radiales, televisivos e impresos, este oligopolio añade ahora una influencia orgánica importante en la educación pública. Disfrazado de “sociedad civil” con el membrete “Mexicanos Primero”, influye ya en la conducción del sistema de educación pública. El director de ese membrete es miembro del consejo técnico de la prueba Enlace, que impone la SEP a las escuelas; él y el presidente de ese organismo, ex presidente de Fundación Televisa, han sido los promotores más activos, a través de las propias televisoras y sus socios, de las campañas que han logrado imponer una imagen negativa de los maestros mexicanos. Han presionado para que se apliquen esa prueba Enlace y la Evaluación Universal del magisterio, a pesar de que saben que estos remedos de evaluación han sido descalificados por todos los especialistas en la materia (de la UNAM, de la UAM, de El Colegio de México, de la Universidad Pedagógica Nacional, incluso del Instituto Nacional de Evaluación Educativa dependiente de la propia SEP), y que instrumentos similares han tenido efectos desastrosos en otros países.
La situación del país es gravísima, esto no lo ignoran esos grupos y se apresuran a elaborar diagnósticos y explicaciones a modo. Es necesario recordar que el presidente de Mexicanos Primero acusó: “Las desafortunadas consecuencias sociales de nuestros pobres resultados educativos son evidentes: empleo insuficiente, baja remuneración y pobreza extendida; poca competitividad; inseguridad; corrupción; una democracia puramente electoral, no participativa; manipulación electorera; patrimonialismo y dependencia; abusos en materia de derechos humanos; insalubridad; inequidad”. Cabe reiterar que de este modo ahuyentan el juicio que merecen precisamente sus acciones de corrupción, deseducación, dominio y explotación, generadoras de todos esos problemas.

Su actitud es belicosa, agresiva, exigen al gobierno que siga sus dictados, a quienes no lo hacen los acusan de cobardes (como al gobernador de Oaxaca). Desde un inicio advirtieron que están en plan de guerra. El presidente de Mexicanos Primero amenazó: “Si no hay turbulencias, tendremos un signo inequívoco de que no estamos haciendo lo suficiente para cambiar todo lo que hay que cambiar”, por lo tanto están empeñados en crear “turbulencias”. Lucrando con un objetivo incuestionable –la mejoría de la educación–, con prepotencia buscan imponer su diagnóstico falso y doloso de nuestro sistema educativo, y las concepciones tecnocráticas que corresponden con su insolente visión del mundo y la humanidad y… con sus intereses.

Está documentado el efecto que la violencia que inunda la programación televisiva tiene en la sociedad. Hace algunos años se decía que la televisión destruye en las tardes lo que en las mañanas construye la escuela. La situación es mucho peor: la televisión comercial destruye en los niños y jóvenes las actitudes y hábitos que son necesarios para una buena educación y el aprendizaje, de modo que aun lo que la escuela intenta hacer en la mañana se ve gravemente limitado por esa funesta influencia de la televisión. En este espacio comenté, hace un año, que diversas investigaciones muestran que la creciente dificultad de los niños para concentrar su atención en la lectura y el estudio es resultado de las deformantes técnicas que utiliza la televisión para captar la atención de los espectadores. Resulta, pues, una hipocresía que Televisa se erija en juez de las escuelas y los maestros.

La demanda de los 132 coincide con las advertencias de Popper: “La democracia consiste en poner bajo control el poder político (…) la televisión se ha convertido en un poder político colosal (…) Ninguna democracia puede sobrevivir si no se pone fin al abuso de este poder”.

http://www.jornada.unam.mx/2012/06/14/opinion/021a1pol