miércoles, 7 de septiembre de 2016

Acosa PGR a radiodifusora que denunció en vivo las agresiones en Nochixtlán, alertan

La CNDH dictó medidas cautelares en favor de La Tlaxiaqueña, pero persiste el asedio




Blanche Petrich
Enviada

El locutor de La Tlaxiaqueña, radio comunitaria, abrió su transmisión en vivo sobre lo que ocurría a unas tres horas de distancia de su pueblo, en Nochixtlán, a las 7:45 de la mañana del domingo 19 de junio. Uno tras otro, los testigos presenciales, maestros y pobladores fueron narrando lo que veían en ese momento: golpes y empujones, gases lacrimógenos, gritos, toletazos. Alrededor de las 10 horas los radioescuchas pudieron oír directamente las primeras detonaciones de armas de fuego y las denuncias de quienes estaban a corta distancia de los policías: ¡Traen armas y están disparando!

A las 10:30, el conductor del programa informativo más escuchado en esas montañas, Ramón Ramírez Gutiérrez, pudo confirmar la identidad del primer caído en el conflicto, un mixteco, vecino de Tlaxiaco. El experimentado periodista radiofónico decidió dejar abiertos los micrófonos y las comunicaciones con Nochixtlán durante todo el día. Medios de México y de otros países –Telesur; Clarín, de Argentina, y El País, de España– lo llamaban para corroborar las noticias. Hoy, en lo que él supone que es un castigo por haber denunciado lo que las autoridades querían ocultar, vive acosado por agentes de la Procuraduría General de la República (PGR) que lo vigilan en su casa y oficina, la cual fue saqueada.

Desde esa estación también se hicieron los insistentes llamados de auxilio para el pueblo de Nochixtlán. “La respuesta fue increíble –comenta un joven del pueblo–; si tú ibas a las tres de la tarde a cualquier farmacia ya no encontrabas ni vendas, ni alcohol, ni sueros; nada que sirviera para primeros auxilios. Todas las existencias ya habían sido compradas, empaquetadas y enviadas a Nochixtlán”.

Pero la solidaridad fue aún más concreta. “Apenas se empezaron a escuchar las versiones de los pobladores sobre la agresión de la policía se formaron los grupos y se consiguió el transporte. Más de 300 personas acudieron a reforzar la resistencia del pueblo de Nochixtlán. Cuando llegó el contingente de tlaxiaquenses del lado opuesto de la Carretera Panamericana fue cuando las unidades de la policía quedaron atrapadas en medio, lo que el ahora el ex comisionado de la Policía Federal Enrique Galindo calificó, en su momento, incorrectamente, como una emboscada, cuenta por su parte otro de los veteranos periodistas de la zona, Agustín Chávez.

Hace unos días se reunieron para tomar café el abogado Maurilio Santiago Reyes, el presidente municipal electo Óscar Ramírez Bolaños y Agustín Chávez con algunos jóvenes del pueblo. Coinciden en señalar que los hechos de Nochixtlán y el repliegue de la Policía Federal no se entienden sin el factor Tlaxiaco.

Y es que la respuesta de esta comunidad distante, a poco menos de 100 kilómetros, en plena sierra mixteca, ha sido poco analizada y mal interpretada.

Chávez advierte, por ejemplo, que en algunas columnas periodísticas de medios nacionales se insinúa ya que fueron grupos guerrilleros, concretamente del Ejército Popular Revolucionario (EPR) enraizados en Tlaxiaco, quienes se hicieron presentes en Nochixtlán para sumarse al enfrentamiento.

En efecto, el nombre de Tlaxiaco está ligado a la historia del EPR, ya que fue precisamente aquí donde este grupo realizó sus primeras acciones armadas en Oaxaca, en 1996, después de su aparición en la Costa Grande de Guerrero, en 1995. Además, existen antecedentes de guerrillas ligadas a Lucio Cabañas y Genaro Vázquez desde los años 70, hasta la desaparición de dos de los dirigentes del EPR en Oaxaca, Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Cruz Sánchez, en 2007.

Pero concluir que el apoyo de la población de Tlaxiaco a Nochixtlán se dio en el contexto de esa historia de los grupos armados del pasado o de grupos radicales es un error, insiste.



El pueblo organizado

Lo que pasa es que no entienden o quieren ignorar que en nuestros pueblos hay sociedad civil organizada, que todavía responde a los principios de la comunidad para solidarizarnos y defendernos entre nosotros, explican.


Entre los tlaxiaqueños que saltaron de inmediato a un vehículo y bajaron por la carretera llena de curvas hasta el valle de Oaxaca estaban justamente estos tres amigos, el abogado Maurilio Santiago, el periodista Agustín Chávez y el presidente electo, quien como médico acudió para ver si era útil ante las noticias de decenas de heridos de bala.

También nos movilizamos como una respuesta de autodefensa. Había muchos rumores, pero uno de ellos era que después de Nochixtlán la Policía Federal subiría hasta Tlaxiaco. También se mencionaba que las policías municipales de varias comunidades de la Alta Mixteca bajarían al valle a apoyar a la Federal. Y posiblemente esto explica lo que sucedió en Teposcolula.

En ese pueblo, que queda a medio camino, la policía municipal en pleno fue desarmada y encerrada en las celdas de sus propias instalaciones.Cuando se empezó a comentar que las policías locales iban a Nochixtlán a reforzar a la federal y la estatal la gente rodeó el palacio municipal y se percató que, en efecto, los agentes se disponían a salir en sus patrullas y que estaban subiendo unos costales de alimento de perro. Cuando los detuvieron descubrieron que en los sacos llevaban sus armas. Entonces las decomisaron y encerraron a los 11 policías, incluido a su comandante. Este fue quien confirmó lo anterior al día siguiente, cuando fueron liberados, en una entrevista periodística.

En total, además del numeroso contingente de tlaxiaqueños, de este pueblo salieron las dos únicas ambulancias de las que se disponía, varios paramédicos, un grupo de 10 médicos y varios abogados. Ya para cuando llegaron a Nochixtlán, la noticia que conmocionaba a la gente de su pueblo es que, entre los ocho muertos por la policía ese día se contaban tres de Tlaxiaco.

Calculo que ese domingo transmití más de 50 entrevistas en vivo, con todo tipo de testigos desde Nochixtlán, asegura Ramón Ramírez.En ningún momento dejamos de recibir llamadas, e informamos desde el primer momento que desde las filas de la policía se usaron armas, aun cuando Enrique Galindo, el ex comisionado de la PF lo desmintió y el gobierno de Oaxaca incluso aseguró que un notario había certificado que ninguno de los 800 elementos que participaron en el operativo llevaba armas ese día. Las autoridades poco a poco se han ido retractando y se demostró que lo que yo y muchos más informamos es verdad.

Por el contrario, su competidora, la estación La Poderosa no informó de lo que sucedía en Nochixtlán. No fue nuestra intención, pero con nuestros 30 vatios de potencia acaparamos toda la audiencia ese día. Ramírez cuenta que el director de la otra estación, resentido con él, le puso una demanda por incitar a la violencia y la procuraduría del estado le abrió una averiguación previa. Desde entonces agentes rondan su casa y su estación y en una ocasión reciente irrumpieron en la oficina, de noche, rompiendo la chapa. No me perdonan que por mi voz haya salido a luz la verdad, dice.

Cuando el subsecretario de Gobernación, Roberto Campa Cifrián, acudió a Oaxaca para reunirse con las víctimas de Nochixtlán en presencia de personal de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Derechos Humanos, Ramón Ramírez denunció el acoso. La CNDH dictó medidas cautelares en su favor, pero el periodista aún se siente vulnerable frente a la PGR.

La Tlaxiaqueña, como muchas otras radios comunitarias, carece de registro ante el Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel), a pesar de que llevamos dos años intentándolo. En marzo la radioemisora fue saqueada por primera vez. Desaparecieron dos computadoras, valiosos registros de música tradicional de la región mixteca, grabaciones de sus programas en mixteco y triqui; prácticamente toda la memoria de la radio. También fue robado el expediente con el trámite para obtener el registro ante el Ifetel. Ahora su lucha debe recomenzar de cero.

Fuente: La Jornada